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¿Eres un motor o un ancla?

No menos de tres veces durante ese mismo número de días alguien se refirió a mi esposo Steve como el motor y a mí como el ancla de nuestro matrimonio.

El momento provocó más risas porque acabábamos de ver una comedia en la que la esposa estaba profundamente ofendida porque su marido la llamaba presentadora. Ella imaginó un ancla como un objeto con incrustaciones de percebes que le impedía perseguir sus verdaderos deseos en la vida. ¿Por qué vemos las anclas de esta manera?

En Hechos 27:29, los asustados compañeros de barco de Pablo echaron cuatro anclas con la esperanza de evitar ser arrojados contra las rocas de la orilla. Claramente, hay algo en un ancla que necesitamos, especialmente en tiempos turbulentos.

Aquí hay algunas cosas que he descubierto sobre las anclas...

  • Un ancla viaja con el barco, capaz de subir o bajar según la necesidad de moverse o permanecer. El capitán del barco le ordena que baje o suba según su orden.
  • Un ancla pesa; es sustancial. Puede agarrarse a objetos profundos y aferrarse para ayudar a estabilizar el barco. No es endeble ni débil. No prospera en la superficie; se desempeña mejor cuando se suelta para sumergirse en las profundidades.
  • Un ancla proporciona conexión a tierra en el mar y estabilidad en tormentas. Cuando se rompe la cadena que conecta un barco con su ancla, surge un problema enorme. Un ancla es fundamental para viajar con seguridad por mar y en condiciones meteorológicas impredecibles.
  • Un ancla es increíblemente difícil de destruir: casi indestructible.

¿Eres un motor o un ancla?

Es fácil desanimarse (como esa esposa de la comedia) por ser el presentador, como si de alguna manera estuviéramos frenando a los demás. Pero si usted es el motor o conoce a alguien que se inclina de esa manera, sabrá que un motor que se deja solo sin algún tipo de estabilización puede meterse en problemas.

Nos necesitamos el uno al otro. Así como mi marido necesita mi estabilidad, yo necesito su energía. Ambos debemos someternos el uno al otro dependiendo de la situación. Y, sobre todo, debemos recordar que ambos somos partes de un todo mayor: dirigidos por Dios para ir a donde y cuando Él nos llame.

Todos tenemos un papel que desempeñar y nuestra decisión de asumir con confianza ese papel afecta directamente a quienes están en nuestras vidas. ¿A quién estás impactando hoy simplemente al caminar con confianza en el diseño de Dios para tu vida?

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