Es una acción física, muy parecida a la de Jesús quitando el yugo de tus hombros. ¿Cuántos de nosotros tenemos tensión acumulada en nuestros hombros? La fisicalidad de esa tensión debe trasladarse físicamente al Señor. Nuestro pensamiento de que tenemos todas las respuestas debe trasladarse al Señor. No sólo ayudará a levantar la carga, sino que la aligerará, haciéndola más eficiente y efectiva y menos desordenada o torpe.
Quizás te preguntes cómo hacer rodar algo tan pesado que nos cuesta cargarlo, desde nuestros hombros hasta otra cosa. Simplemente pregunté lo mismo y el Espíritu Santo me dio una imagen de mí mismo, luchando con todo lo que tengo actualmente en el plato. Caminar apenas con tanta carga, rendirme, dejarme caer sobre una rodilla, luego ambas rodillas, soltando el yugo con una mano y luego con la segunda, plantándolas con fuerza en el suelo para ayudarme a sostenerme. Todo el tiempo clamando a Dios, que esta carga es suya, que confío en que Él es mi Dios, mi Salvador y que es digno de confianza y lo suficientemente fuerte para manejar mis cargas. Continué hasta los codos, luego de cara al suelo, llorando de arrepentimiento por no darme cuenta de todo en lo que no había confiado en que mi Señor me ayudaría. No dejé que Él me aconsejara. No había liberado mi egoísmo, arrogancia y orgullo. Levantando mi rostro del suelo mirando hacia adelante, Jesús está directamente frente a mí, en una postura casi idéntica, sólo que Él está ayudando a levantar y hacer rodar la carga desde mis hombros hasta los suyos.
¿Qué necesitas entregar a tu SEÑOR?
Lo siento Jesús, por no confiarte todo, por ser arrogante, orgulloso, enojado, incompasivo y necio. Gracias por quitarme esta carga de encima, gracias por cumplir tus promesas, por favor continúa ayudándome a cumplir las mías.
Amar,
tu hijo steve